23.9.17
Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlin
Manual para mujeres de la limpieza es uno de esos libros con los que tienes que coger aire antes de enfrentarte a cada uno de sus 43 relatos.
Lucia Berlin (1936-2004) tuvo una vida truculenta y de montaña rusa que bien podría acabar contigo si careces de su habilidad para escupirla en palabras. Su infancia se repartió entre un pueblo minero de Alaska, la casa de sus abuelos en El Paso, Chile y México. También en EEUU vivió en varias ciudades, pasó por tres matrimonios y tuvo cuatro hijos. Añadamos a todo esto alcoholismo, problemas económicos, historia sentimental atormentada y empleos limpiando casas o de enfermera en urgencias y tenemos ingredientes suficientes para volverse loca o para hacer un buen libro, como es el caso.
Sus experiencias se reflejan en sus relatos, sin llegar a convertirlos en autobiográficos. Lucía cogía la realidad y tejía a partir de ella. Con un estilo directo y crudo, pero a la vez hermoso y hasta poético, sin dejar de lado el humor:
Las licorerías son pesadillas mastodónticas del tamaño de unos grandes almacenes. Podrías morir de delírium tremens antes de encontrar el pasillo del Jim Bean. La mejor ciudad es Alburquerque, donde en las licorerías hay ventanillas para comprar desde el coche, así que ni siquiera te has de quitar el pijama. aunque tampoco venden los domingos. Si no me planificaba de antemano siempre era un problema a quién diablos podía pasar a ver para que me invitara a un trago fuerte.
Lucia dibuja de una forma especial a cada personaje, es una artista del boceto, con pocas frases te planta delante de uno de ellos con un desnudo integral, una visión a veces espeluznante, otras lastimosa. El retrato de su madre es quizás uno de los que te aguijonea más el corazón:
-No, incluso su sentido del humor era escalofriante. Las notas de suicidio que escribió a lo largo de los años, siempre dirigidas a mí, solían ser bromas. Cuando se cortó las venas, firmó "Mary la Sangrienta". Cuando se tomó pastillas, escribió que prefería no intentarlo con una soga porque era demasiado lío. La última casta que me mandó no era divertida. Decía que sabía que yo nunca la perdonaría. Que ella tampoco me perdonaba por haber destrozado mi vida.
(...)
Después de que papá volviera de la guerra vivimos en Arizona y fueron felices juntos. Plantaron rosales y te regalaron un cachorro que se llamaba Sam. Mamá estaba sobria, pero ya no sabía cómo tratar con nosotras. Pensábamos que nos odiaba, cuando simplemente le dábamos miedo. Creía que éramos nosotras quienes la habíamos abandonado, quienes la odiábamos. Se protegía burlándose y tratándonos con desprecio, hiriéndonos para evitar que la hiriéramos primero.
Sólo hay que lamentar que la justicia a Lucia Berlin le haya llegado póstuma, ya que aunque en vida publicó algún libro y relatos en revistas, no fue hasta 2015 que la reconocida editorial estadounidense Farrar Straus and Giroux publicó esta recopilación de sus mejores relatos, situándose en pocas semanas entre los más vendidos y recibiendo alabanzas de las críticas literarias.
Manual para mujeres de la limpieza
Lucia Berlin
Ed. Alfaguara, 2016.
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